Puentes para las juventudes: el rol transformador de Andrea Molina en La Guajira  

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A sus 31 años, Andrea Molina no solo dirige las operaciones de AHF Colombia en Riohacha, sino que se ha convertido en una voz fundamental para la juventud Guajira en materia de salud sexual y reproductiva (SSR). Su historia es una mezcla poderosa de resiliencia, vocación social y liderazgo joven en uno de los departamentos más desafiantes del país. 

Entre la maternidad y el estigma laboral

Graduada como trabajadora social de la Universidad de La Guajira, Andrea inició su carrera profesional entre tareas de campo en programas del ICBF y la maternidad temprana que cambió su rumbo laboral. La llegada de su hija coincidió con la pérdida de su primer empleo —una experiencia marcada por el estigma hacia la maternidad en el trabajo— y le abrió paso a un nuevo camino desde casa durante la pandemia. Desde entonces, su trayectoria ha estado marcada por la tenacidad con la que ha enfrentado cada obstáculo. 

“Fue duro. Empecé trabajando virtualmente en plena pandemia, llamando a usuarios que muchas veces no contestaban, con mi hija pequeña al lado, en un ambiente laboral que se trasladó a mi casa sin tregua”, cuenta Andrea. En ese contexto, colaboró con organizaciones internacionales como Mercy Corps y Save the Children, que trabajaban con poblaciones vulnerables, especialmente niñas y adolescentes en riesgo de deserción escolar. 

Pero fue su paso por Misaishaa, una organización liderada por mujeres y enfocada en empoderar adolescentes en temas de salud sexual y derechos, lo que la llevó a descubrir su verdadera vocación. Allí aprendió que el cuerpo es un territorio de autonomía y que hablar de sexualidad debía dejar de ser un tabú. Este aprendizaje sería clave para el rol que estaba por asumir. 

Asumir el liderazgo en AHF: juventud frente a la experiencia

En 2020, en plena emergencia sanitaria, Andrea asumió el liderazgo de AHF en La Guajira. Tenía solo 26 años y un equipo de profesionales de la salud con décadas de recorrido. “Fue muy difícil. Era joven, mujer, trabajadora social, coordinando a un equipo mayor y con más experiencia en salud”, recuerda. Sin embargo, en lugar de intimidarse, Andrea se enfocó en lo que sabía hacer: organizar, aprender rápido y liderar con empatía. Hoy, cinco años después, es reconocida en el territorio por los resultados y por haber posicionado a AHF como un referente de atención cercana, sensible y accesible para las juventudes. 

Uno de los mayores logros de Andrea ha sido tender puentes con las y los jóvenes. “Los adolescentes llegan porque saben que aquí no serán juzgados, nuestra respuesta será siempre desde la orientación, no desde el señalamiento”. Esa actitud, sumada a una atención cálida y sin prejuicios, ha convertido los puntos de atención de AHF en espacios seguros para quienes buscan una guía, un condón, una prueba de VIH o simplemente una conversación franca. 

Andrea también lideró el inicio de Girls ACT en La Guajira, un programa de AHF enfocado en empoderar a chicas jóvenes para mejorar sus oportunidades educativas y su calidad de vida. “Fue un proyecto que me formó mucho. Me permitió conectar con muchas adolescentes y conocer más a fondo sus realidades”, dice. 

Juventud como aliada: hablar el mismo idioma

La juventud, para Andrea, es una aliada poderosa. Cree firmemente que la frescura generacional facilita el diálogo con sus pares. “Nos comunicamos de tú a tú, hablamos su mismo idioma. Esa es una ventaja enorme frente a otros actores de la institucionalidad, donde todavía cuesta ver a jóvenes en cargos de coordinación”.

En su día a día, Andrea combina su experiencia profesional con su condición de madre joven. Su hija, de ocho años, ha crecido entre pruebas rápidas y jornadas educativas. “Es una hijita de AHF. Me acompaña a campañas, pregunta a los pacientes cómo están, conoce lo que es un condón y habla de sexualidad con naturalidad”. 

Pero el trabajo en SSR no ha estado exento de desafíos. Las redes sociales, dice, han sido un arma de doble filo: si bien despiertan interés, también propagan desinformación y estigmas. “Llegan chicos asustados por lo que vieron en TikTok. Se hacen la prueba con miedo, no por conciencia, sino por pánico. Falta educación que les enseñe a discernir entre lo que es real y lo que no”, explica. 

Mitos y barreras culturales

En su labor diaria, Andrea escucha testimonios que revelan cuán vivos están aún los mitos y prejuicios sobre el VIH y otras ITS. “Hay jóvenes que creen que usar dos condones protege más. Otros piensan que solo las personas gais pueden tener VIH. Las mujeres migrantes son especialmente estigmatizadas. Algunas incluso nos piden cambiar resultados para evitar violencia de sus parejas. Es muy duro”. 

También ha sido testigo del miedo que enfrentan los hombres jóvenes, especialmente los de la comunidad diversa. “Prefieren no hacerse la prueba si hay gente alrededor. Temen el juicio, temen que su familia se entere. En cambio, las mujeres sí se acercan más, tal vez porque siempre se les ha atribuido el rol de cuidar”.  

Entre la población indígena Wayuu la barrera cultural es aún más compleja. “Muchos hombres wayuu creen que los palabreros curan el VIH, la mayoría nunca ha visto un condón. Llegan a AHF solo cuando están muy graves. Las mujeres se han comenzado a acercar, pero aún son muy sometidas por sus parejas.”, relata. 

Mirando al futuro desde La Guajira

A pesar del panorama, Andrea no se rinde. Su energía se alimenta de momentos que le han reafirmado que vale la pena. Como el caso de Yomilady, una mujer migrante embarazada, con dos hijas, que llegó caminando desde Venezuela buscando tratamiento. AHF logró que su bebé naciera sin VIH y acompañó a la familia durante seis meses. “Verla agradecida, verla llegar sonriente con su hija sana, es de los momentos más bonitos de mi vida”, cuenta. 

Para el futuro, Andrea sueña con un sistema de salud más accesible y sin tantos vacíos. Sabe que el estigma aún pesa y que el machismo en su región es una barrera real, pero también cree que el cambio es posible, especialmente si se sigue empoderando a las juventudes con información clara y espacios seguros. “Este camino no es fácil, pero es hermoso. No se necesita saberlo todo desde el inicio. Lo importante es trabajar con empatía, con humanismo. Porque lo que hacemos aquí puede significar vida para alguien más”. 

Andrea no solo lidera desde la oficina. Está en contacto con la comunidad, con sus colegas, con la realidad. Sin duda representa a una nueva generación de mujeres jóvenes que no temen ocupar espacios de poder para transformar realidades. 

AHF Colombia te acompaña sin juicio ni discriminación. Acércate a nuestros centros si necesitas más información.